Descripción enviada por el equipo del proyecto. La Escuela San Felipe Chenla es una de las 7 escuelas que forman parte del programa “Escuelas de Nebaj”, en Quiché. Este proyecto es una donación de La Agencia de Cooperación Internacional de Korea (KOICA), la cual busca la dignificación de las instalaciones educativas en áreas necesitadas en el altiplano guatemalteco y otras localidades.
El proyecto consistía en insertar un nuevo módulo de aulas dentro de un equipamiento educativo ya existente, el cual contaba con módulos de aulas en estado degenerativo. Esta nueva intervención busca darle una nueva perspectiva a la educación en áreas en donde la mayoría de equipamientos educativos son elaborados con los mínimos requerimientos de calidad.
El área del Quiché es característica por poseer un gran legado cultural maya, el cual es legible en sus habitantes por los tejidos que utilizan al vestirse, el corte y el huipil, los cuales poseen un color característico que varía dependiendo del área geográfica de dónde sea el habitante. De igual forma la topografía del altiplano posee características únicas las cuales se pueden apreciar en los distintos perfiles naturales que se van formando a medida que la sierra de los Cuchumatanes de desarrolla de norte a sur por todo el territorio guatemalteco.
Estas características fueron el punto de partida de la escuela de San Felipe Chenla, la cual busca una composición arquitectónica formada por tres lenguajes diferentes: La tectónica, el huipil y la topografía del lugar.
La construcción básica del edificio se resume en varios planos verticales de concreto expuesto modulados a cada 6.25m, los cuales delimitan el espacio en el cual se contendrán los diferentes módulos de aulas. La elección del material y el sistema constructivo respondía a la rapidez de construcción y a la relación que un material como el concreto puede tener con el contexto de Nebaj: una construcción en apariencia fría que parecería una anomalía con los alrededores verdes y las diferentes viviendas del área. Sin embargo el clima, el cual regularmente es frío y nebuloso, hace que el módulo se mimetize y forme parte del contexto inmediato.
Se quiso que el huipil, ornamento que a su vez es parte necesaria de la vestimenta de los habitantes, se tradujera en los cerramientos del esqueleto del concreto, animando al mismo y haciendo una relación cromática tanto con la vestimenta de los habitantes como con la vegetación del lugar. Este sistema de cerramientos tienen una doble función, una dualidad: la primera es la de consolidar el edificio, definirlo; la otra es la de liberarlo integrándolo de una manera contundente hacia el paisaje de los cuchumatanes. Para apoyar a los cerramientos, el mobiliario fue elegido para animar cada una de las diferentes aulas que conforma el edificio.
Por último, se quiso crear una relación de la topografía con el objeto arquitectónico. Esto se logró modificando la topografía de la superficie del segundo nivel, creando desniveles en la losa, lo que hace que el usuario sienta una experiencia similar a la de transitar en un área con topografía irregular.
Este proyecto logra pues, una relación entre la topografía, la cultura y el usuario, y a su vez eleva la percepción de los equipamientos educativos en un área desatendida.